Brazil, de Terry Gilliam, se abre con un profundo tira y afloja entre utopía y distopía. Por una parte, la gigantesca máquina del estado que es la Burocracia lo abarca todo con milimétrica exactitud, y por ello las cosas funcionan como deben funcionar. Sin embargo, su componente distópico está más acentuado precisamente por este control, de carácter opresivo, y amenazada constantemente por un grupo terrorista.
Como nos mostrará Gilliam al comienzo del Film, apenas una mosca situada en el lugar equivocado en el momento equivocado provocará un error de tipografía, que hará que las fuerzas de la Agencia de Extracción de Información (¿Ministerio del Amor al más puro estilo milnovecientosochentaycuatro-esco?) se confundan de persona, llegando a un error irreversible que dará comienzo a toda la trama, desvelando cuán incompetente puede ser esta sociedad y su gusto por lo precisamente calculado, redactado, sellado y archivado.
Donde un trabajador de tercera, Sam Lowry, se verá involucrado sin tener en realidad mucho que ver, dando rienda suelta a toda esta historia.
FIN DE LA SINOPSIS.
En lo que respecta al reparto, tal vez al espectador le resulte bastante anónima, a pesar de contar con Jonathan Pryce como protagonista y a un espontáneo papel de Robert DeNiro como trabajador autónomo sumergido. A su vez, un joven Michael Palin caracteriza a Jack Lint, trabajador de Extracción de Información y Kim Greist a la heroína, mujer por la cual Sam perderá la cabeza.
Incluso podremos reconocer al mismo Gilliam haciendo un cameo como hombre que fuma.
Ian Holm interpreta al Sr. Kurtzmann y Katherine Helmond a la Sra Lowry, madre de Sam, haciendo magistralmente un papel que ha acabado por ser icónico.
Para recordar:
Sin duda, uno de los puntos más fuertes del film es la Dirección Artística, responsable de haber creado una joya que guarda más que ver con el cine negro, la ciencia ficción, la comedia y la distopía que con otras películas contemporáneas como Blade Runner. En realidad, Brazil guarda más de películas como Metrópolis y M (Fritz Lang) y cine negro al más puro estilo de Humphrey Bogart. Es decir, sin ninguna duda, una completa miscelánea entre Retrofutursimo Cyber-punk, profundos aires Art Deco, Expresionismo Alemán, y el viejo Sueño Americano, influenciado por la estética y el modo de vida del mismo.
(Foto: J. Pryce en el extraño edificio de Extracción de Información)
Sin embargo, ya hemos dicho que no podría estar mejor ambientada. Otro punto fuerte es el guión, el desarrollo de la historia en sí, que bien es cierto que a veces parece algo descentrado o inestable, pero que siempre acaba teniendo forma y contundencia.
Y finalmente, las ensoñaciones de nuestro protagonista, que chocan radicalmente con la realidad fría y mecánica de la película. En ellas, sueña que como un moderno Ícaro vuela para atrapar a su amada, que se encuentra flotando dentro de una jaula entre las alturas. Estas escenas, aparte de ser rematadamente originales, están rematadamente bien grabadas, con una escenografía, fotografía y armonía de colores y construcción de encuadre envidiables.
Para Olvidar:
Ciertamente, no hay mucho que olvidar dentro de este trabajo. Tal vez algún que otro irritante personaje menor, como el Cirujano Plástico o el Camarero, que únicamente sirven para enfervorizar ligeramente al espectador e intentar pugnar por un poco la atención de la madre de Sam. Cualquiera de nosotros en esa situación, exigiríamos palabra, sólo para parar tal vorágine.
Tal vez la interpretación principal de Pryce resulte algo esperpéntica, nunca rozando lo histriónico. Si bien un personaje carismático, nunca llega a los extremos de Tim Roth en Four Rooms o de nuestro acostumbrado Jim Carrey.
La Música de estudio compuesta y producida esencialmente para la película está bastante bien traída, sin embargo, peca de repetitiva. Concretamente, se trata de la canción "Aquarela do Brazil", tema central de la película y utilizada, junto con un famoso ritmo, en la inmensa mayoría de las escenas y repetida una y otra vez como ostinato, tal vez en un ámbito feliz y festivo o en el fondo como un encubrimiento de la locura y la depresión.
Y, al igual que The Wall de Alan Parker, el surrealismo y simbolismo de algunas escenas sugiere demasiadas interpretaciones al mismo tiempo. Pero esto no es en absoluto un punto malo, en lo que a mí respecta al menos.
Y, cual suele ocurrir con Gilliam, sus películas nunca llegan a todo el público, dejándole en ocasiones predestinado al olvido y relegando sus películas a la categoría de culto.
ENLACE
http://www.veopeliculasonline.com/brazil-espanol-online
NOTA
8 / 10
LE GUSTARÁ A USTED SI LE GUSTÓ
- Blade Runner
- Ken Russell
- 1984, de George Orwell
- Metrópolis
- M
- The Wall
- Dick Tracy
- Mad Max
- Franz Kafka
y en cierta medida
- The Rocky Horror Picture Show
Anotación: El final es muy hermoso.
Y finalmente, las ensoñaciones de nuestro protagonista, que chocan radicalmente con la realidad fría y mecánica de la película. En ellas, sueña que como un moderno Ícaro vuela para atrapar a su amada, que se encuentra flotando dentro de una jaula entre las alturas. Estas escenas, aparte de ser rematadamente originales, están rematadamente bien grabadas, con una escenografía, fotografía y armonía de colores y construcción de encuadre envidiables.
Para Olvidar:
Ciertamente, no hay mucho que olvidar dentro de este trabajo. Tal vez algún que otro irritante personaje menor, como el Cirujano Plástico o el Camarero, que únicamente sirven para enfervorizar ligeramente al espectador e intentar pugnar por un poco la atención de la madre de Sam. Cualquiera de nosotros en esa situación, exigiríamos palabra, sólo para parar tal vorágine.
Tal vez la interpretación principal de Pryce resulte algo esperpéntica, nunca rozando lo histriónico. Si bien un personaje carismático, nunca llega a los extremos de Tim Roth en Four Rooms o de nuestro acostumbrado Jim Carrey.
La Música de estudio compuesta y producida esencialmente para la película está bastante bien traída, sin embargo, peca de repetitiva. Concretamente, se trata de la canción "Aquarela do Brazil", tema central de la película y utilizada, junto con un famoso ritmo, en la inmensa mayoría de las escenas y repetida una y otra vez como ostinato, tal vez en un ámbito feliz y festivo o en el fondo como un encubrimiento de la locura y la depresión.
Y, al igual que The Wall de Alan Parker, el surrealismo y simbolismo de algunas escenas sugiere demasiadas interpretaciones al mismo tiempo. Pero esto no es en absoluto un punto malo, en lo que a mí respecta al menos.
Y, cual suele ocurrir con Gilliam, sus películas nunca llegan a todo el público, dejándole en ocasiones predestinado al olvido y relegando sus películas a la categoría de culto.
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8 / 10
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- Ken Russell
- 1984, de George Orwell
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y en cierta medida
- The Rocky Horror Picture Show
Anotación: El final es muy hermoso.
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